Tarde de Lluvia
Me insinúa una mirada..., un beso...,
un carmín roto bajo la mesa...
La lluvia corre por el drenaje
y se va en un remolino
que se lleva anhelos, hojas y besos.
El cielo se disipa, se aclara,
se cuaja en formas de mujer
que se unen al azul celeste,..
y la bañan con perfume verde oliva,
la hace misteriosa, virtuosa,
y quizás llegue a mimosa:
unos días dulce, alegre, sutil,..
y otros opaca, reacia, impaciente.
Pasa el viento, el tiempo
las hojas borran entonces su rostro,
su cuerpo, su mirada y su misterio.
Gorgotean los jilgueros; me llaman...
y en mi imaginación me llevan
a ese mundo tan suyo, tan mío, tan nuestro
y en su vuelo dibujan rápidos pegasos,
veloces gacelas y trágicas vidas,
que en un abrir y cerrar de ojos
se desvanecen y vuelven a ser solo polvo.
Me hilvana su mirada a mi cuerpo,
y me llena de emoción irrevocable,
placentera, dulce, huracanada,
invisible y viajera.
Entonces como si en un sueño viviera
me lleva y me enlaza con su vida,
su amor y su alma.
Los colores nos invaden, nos desvisten
y nos tachonan con sedas rojas y
pimpinella escarlata,
que en fugaz locura se deslizan entre él y yo.
Pasa tanto y tan poco, en una tarde de lluvia,
cuando decides volver a amar.
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