La Felicidad es la culpable de mis penas,
nos la pintan perfecta y sin arrugas,
con fortaleza y sonrisa amplia,
sin problemas y con tu mirada.
Pero en realidad, nos llena de amarguras,
nos arrastra por pantanos de tristeza,
nos hace llorar lágrimas de angustia,
debilita nuestra fe y rompe nuestros
labios con dolorosos sollozos.
La felicidad que se supone libertad,
que se supone alegría,
que te cuida en la enfermedad y
te ampara en la vejez, nadie te la da.
No esperes a que tus retoños crezcan,
no esperes a cosechar fortunas,
no esperes a pagar las deudas,
no esperes por nadie, ni por nada.
Porque cuando los retoños crezcan
igual se sentirán mal,
cuando tengas fortuna,
no tendrás fuerza para usarla,
cuando no tengas deudas,
no tendrás motivo para esforzarte,
cuando no tengas por quien, ni porque esperar
el tiempo habrá pasado y la oportunidad también.
Se feliz ahora, levanta el vuelo,
si nunca hiciste nada por ti,
si siempre haces lo que hace feliz a otros,
no los cargues con la responsabilidad
de tu felicidad.
Yo me quiero feliz, sonriente,
ilusionada, valiente, desencadenada,
ligera de equipaje,
alzando la mirada al cielo,
diciendo gracias Dios:
"me bendices desde siempre y para siempre".
© Irina Cevallos Vega
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